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sábado, 15 de mayo de 2010

EL TERMOMETRO REVIENTA OTRA VEZ

LA FIEBRE CONTINUA
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Jesus Jimenez Laban
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Es una vieja costumbre afirmar que la bolsa de valores es el termómetro de la economía del país. Si quiere saber cómo le va en su empresa, en sus acciones y conocer las perspectivas de sus negocios, nada mejor que ver los índices bursátiles. Pues bien, este termómetro reventó el jueves negro 6 de Mayo cuando el índice Dow Jones, compuesto por 30 empresas poderosísimas, registró una caída rápida –sólo 3 minutos- de casi 1000 puntos (998.50), record histórico que no se veía desde la terrible crisis petrolera de 1987, año en que la bolsa cayó 600 puntos.
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Pronto se supo que tan aparatosa caída -que dejó pálidos de espanto a los multimillonarios de Wall Street- se debía a un error humano cuando el banco Citigroup al pasar una orden de acciones de Procter and Gamble se digito por error mil millones en lugar de millones. Sin embargo, en ese preciso momento Grecia, economía enferma atacada por los virus del déficit fiscal, el gasto público y el sobreendeudamiento, se debatía entre la vida y la muerte. Los vasos comunicantes en las bolsas sólo estaban reportando ese trastorno, vale decir, el hecho de que hay una crisis financiera global por contagio de la que nadie se salva.
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Ayer fue la crisis de Estados Unidos, hoy es Europa. Pero, por qué no puede ser mañana Asia. El efecto del contagio ha despertado temores en India, Japón y China. Es como un enorme animal que recorre de región en región y devora todo a su paso, de manera que debemos estar preparados porque en América Latina –ya familiarizada con los efectos Tequila, Tango y Zamba- no hay extraterrestres sino seres humanos tan inquietos y emprendedores como los americanos, europeos y asiáticos, totalmente vulnerables a este efecto. Dejemos para los cuentos de hadas aquello de país blindado o jaguar de América. Pisemos tierra y pongámonos todos a cubierta.
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A mi modo de ver, el mensaje que ha dado el Dow Jones –quitando la falla en el pulso por “error humano”- es que en Europa la crisis es tan profunda –con la crisis del euro como moneda de la Unión Europea- como la de Estados Unidos –con la caída del Lehman Brothers y otras instituciones de seguros.
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Lo que pasa es que ahora no hay que salvar bancos y aseguradoras sino países enteros, especialmente aquellos que gastan demasiado y al final no tienen como pagar sus deudas. Grecia no puede salvarse por sí sola, necesita de sus aliados para recuperar el rumbo. Francia y Alemania saben que si no auspiciaban, el efecto del contagio le tocaría la puerta a Portugal, España o cualquier país en apuros económicos. La reciente reunión del Parlamento Europeo y la junta de ministros de finanzas europea han concluido que todos tiene que sacar de su bolsillo para ponerse a salvo. A los 102.000 millones de dólares que aportarán los países de la zona euro, se suman ahora los 30.000 millones que desembolsara en préstamos a Grecia durante tres años el Fondo Monetario Internacional (FMI)
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Lo que parece impredecible es el efecto dominó. ¿Qué pasa si después del chorreo de euros y dólares no reacciona el cuerpo enfermo de Grecia? Nadie lo sabe, pero es mejor ni pensarlo.
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Desde la Federal Reserve Board de Estados Unidos, pasando por el Banco Central Europeo hasta cualquier funcionario del Partido Comunista de China saben que el mandato es ajustar el cinturón sin asfixiar al paciente. Entiendo que el Perú -con nuestra ministra de economía Mercedes Araoz- se está viendo en el espejo de la crisis financiera mundial y tomando las medidas adecuadas –menos gasto, menos subsidio y más recaudación- en un momento en que el crecimiento es bueno, pero sin pisar el acelerador a fondo. Protejamos los fundamentos macroeconómicos del país. Dios coja confesados a los agentes económicos que no hacen caso de este principio fundamental de la economía.